Cuando en 1936 los golpistas fueron conquistando los pueblos de la zona sur de España, Andalucía y Extremadura, principalmente, bajo el mando de Queipo de Llano, tenían orden de matar a cuantos más rojos mejor y de violar a las mujeres. «Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes lo que significa ser hombre. Y de paso también a las mujeres. Después de todo esto, estos comunistas y anarquistas se lo merecen ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas», proclamaba el humanista Queipo, aposentado en Radio Sevilla para transmitir a los españoles los mensajes filosóficos de la nueva España.
Paul Preston recoge en El holocausto español cómo iban matando, pueblo a pueblo, a todos los sospechosos de ser comunistas y anarquistas que encontraban en el camino, y cómo las mujeres eran sometidas a vejaciones y abusos sexuales antes de ejecutarlas.